La voluntad luminosa y su poder transformador

Por: Lakshmi

En ocasiones gracias a nuestras experiencias más significativas y nuestra inteligencia más profunda, perlas aparecen desde las profundidades de la consciencia oceánica y llegan a la orilla de nuestra mente ordinaria. Estas joyas representan un despertar, una verdad sobre nosotros o la existencia, un luminoso regalo para observar. Las perlas pueden ser un llamado para darnos cuenta de una dirección hacia donde debemos dirigirnos; invitaciones para iniciar un cambio, o señales para resolver un dolor o conflicto interno del pasado que nos causa sufrimiento en el presente. Por un instante, aparece con inusitada claridad la necesidad de transformar un aspecto de la vida.

Cuando la perla asciende, lo fundamental es evitar el regreso a nuestro estado de adormecimiento, hacer frente a la incertidumbre del camino frente a nosotros e iniciar un plan de acción. Cada uno de nosotros ha ido descubriendo sus propias “autocontenciones”, cuando damos el paso de investigarnos y acercamos a procesos de transformación, elegimos disciplinas o terapias para facilitar el cambio. Sin embargo, más allá de nuestro enfoque existe un factor subyacente para lograr nuestra meta. Este elemento es el fuego. Podemos ver la perla, decidir mentalmente actuar al respecto, pero sin la activación de nuestro Ser quedaremos a mitad de camino.

En diversas culturas, este proceso alquímico de transformación ha tenido un lazo simbólico con el fuego sagrado.

Todos sabemos lo “conveniente” y “cómodo” que es distraernos con actividades y poco a poco acallar las joyas que constantemente están emergiendo. Tal vez no sabemos exactamente cómo gestionar aquello que vemos y al no estar seguros, elegimos no ver. Pero es importante avivar la consciencia para reconocer que cada perla representa un llamado de una inteligencia interna, que está dándonos una oportunidad para resolver, crecer y liberarnos. Este es el camino del desarrollo, la elevación y la alegría.

En diversas culturas, este proceso alquímico de transformación ha tenido un lazo simbólico con el fuego sagrado. Tuvo un papel preponderante en los Mayas y los Aztecas. Para Heráclito de Grecia, el fuego era el primer principio y lo describió como un “fuego siempre viviente”. En Persia antigua tenían templos donde una llama estaba siempre encendida. En la India, en el Rig Veda, uno de sus textos más antiguos, se decía que el fuego sagrado podía iluminarnos y tenía origen en el mismo lugar de la verdad.

El visionario pensador Jean Gebser (1905-1973), en su libro El origen siempre presente, habla de cinco estructuras de la consciencia: arcaica, mágica, mítica, mental e integral. Argumenta que la humanidad se ha ido moviendo entre estadios de la experiencia de la consciencia y explica cómo el vínculo con lo sagrado se ha manifestado a través de estas formas de relación e interpretación. Si bien es cierto que hoy en gran parte del mundo vemos la veneración de lo sagrado desde una perspectiva mítica, como algo relacionado con las culturas antiguas, existe en esta asociación de lo sacro y su simbolismo una clave que podría tener relevancia hoy y contribuir a nuestro camino interior.

Con la posibilidad de avivar la llama interna de nuestra Voluntad Luminosa vemos que es tangible manifestar un conocimiento que nos estimula en diferentes niveles del Ser.

En el libro Himnos al fuego místico, el filósofo y maestro indio Sri Aurobindo explica cómo la figura del antiguo dios del fuego indio Agni puede significar una realidad más cercana a nosotros. Afirma: “La voluntad, en la idea védica, es esencialmente conocimiento que toma la forma de la fuerza. Agni, por lo tanto, es una fuerza puramente mental, necesaria para toda concentración. Una vez que percibimos esta concepción védica, nos damos cuenta de la inmensa importancia de Agni”. Es decir el fuego sagrado en nosotros es una voluntad luminosa, una fuerza y una inteligencia que dirige la atención y la guía hacia nuestra elevación.

Con la posibilidad de avivar la llama interna de nuestra Voluntad Luminosa vemos que es tangible manifestar un conocimiento que nos estimula en diferentes niveles del Ser. Es una fuerza que facilita la transformación. En el cuerpo busca la vitalidad y nos impulsa hacia la salud. En las emociones nos guía hacia el bienestar y nos inspira a la plenitud. En la mente estimula la curiosidad y la búsqueda de la sabiduría. Y en la acción, nos anima a la creatividad y los actos altruistas. Es la Voluntad Luminosa la fuerza que nos motiva hacia un futuro emergente.

 

Los Gunas: metáfora de los estados de la vida.

¿Por qué aunque tenemos buenas intenciones para hacer un camino de transformación es tan difícil mantener y manifestar este chispa interna y sostener el trabajo interior? Cuando experimentamos un estado de equilibrio interno podemos acceder al fuego luminoso, pero nuestra naturaleza es cambiante. En este punto, puede servirnos una metáfora proveniente de la filosofía Samkhya, una de las seis escuelas ortodoxas de filosofía de la India. Según esta visión, en todo lo existente que es físico (prakriti) existe una calidad sutil de la naturaleza y a ella se le denomina “Guna” (cordón). Dentro de ella existen a su vez tres cualidades: Tamas, Rajas y Sattva.

Tamas es la fuerza de la inercia. Sus aspectos son la incapacidad e inacción. Rajas es la fuerza del kinesis. Se manifiesta en la hiperactividad y el esfuerzo. Sattva es la fuerza de la bondad. Sus cualidades son la armonía y la felicidad. Siguiendo con nuestra búsqueda de la Voluntad Luminosa, el estado de Tamas es la ausencia del fuego, Rajas es exceso del fuego y Sattva representa el balance. Este estado mantiene vivo en justa medida el fuego sagrado y nos permite acceder a él para intensificarlo en caso de que busquemos una transformación.

Con Tamas hay ausencia de voluntad: el cuerpo siente pereza, las emociones son destructivas, la mente se estanca y en la vida se rechaza la acción. La búsqueda de la voluntad es el antídoto para la inercia. La maestra francesa Ananda Devi decía “una de las enfermedades más serias de la humanidad es la inercia, que con sus silenciosas aguas extingue el fuego de la creatividad”.

Rajas con su exceso de actividad e hiperestimulación tiene la tendencia a quemarse. Vive una aceleración constante: el cuerpo quiere moverse hasta el agotamiento; las emociones son volátiles e inestables; la mente se llena y acelera, y en la acción los esfuerzos se desperdigan en múltiples direcciones. Una vida rajásica genera una adicción a la acción y es posible darse cuenta de que es muy difícil hacer una pausa. Normalmente, nos balanceamos entre Tamas y Rajas, como un péndulo. Nos encendemos cuando estamos activos y debemos parar cuando entramos en un agotamiento.

Por otra parte, en el estado de Sattva encontramos equilibrio, paz y armonía. Cuando aparece la perla y estamos en este estado en la consciencia: el cuerpo manifiesta bienestar y dinamismo; las emociones son ecuánimes y positivas; la mente es clara y curiosa, y en la acción hay una sola dirección e inspiración. Se percibe el calor del Ser y la alegría de la vida, pero este fuego conforta y no quema. Solamente purifica e ilumina. Este estado habita en el centro de nosotros, en lo más profundo y es allí donde habita eso que llamamos “Ser interior”.

 

Cuatro llaves para la activación del fuego

Con el propósito de acercarnos a este fuego Sáttvico y así percibir la Voluntad Luminosa, propongo explorar cuatro llaves que faciliten el ascenso de perlas para nuestra transformación: La vigilancia, La firmeza, La conexión y El Fuego universal.

La Vigilancia es uno de las aspectos fundamentales en este proceso. Buscaremos poco a poco identificar los instantes de Tamas o Rajas, y haremos un pacto para hacer el tiempo de recobrar el Sattva. Nuestro capacidad de ser atentos comenzará a dirigir la acción, primero se trata de darnos cuenta en que estado nos encontramos (y eso ya será un logro), luego buscaremos la voluntad para regresar a Sattva y después incorporaremos nuestras aspiraciones en las prácticas meditativas.

La Firmeza es esencial para manejar la parte de nosotros que resiste el cambio. Usualmente, estos aspectos habitan en nuestra inconsciencia. También debemos ser firmes cuando nos damos cuenta de que nuestro ego se esconde y justifica detrás de las formas: por ejemplo, con el Tamas en la forma del cansancio físico, el ego puede llevarnos a entrar en un estado del “pobre mí” y dar paso a emociones negativas. En este situación, podemos invitar nuestra voluntad y hablar con nosotros. Evitar el movimiento de descenso y con bondad activarnos hacia Sattwa.

 

La Conexión

Mediante técnicas meditativas y contemplativas, podemos invitar la relajación y comenzar a calmar los distintos niveles del ser. Cuando percibamos que estamos ubicados en nuestro centro, podemos comenzar a activar el fuego sagrado. Es entonces cuando son recomendables los usos de mantras, respiraciones dinámicas y visualizaciones, que nos hagan conscientes de la Voluntad Luminosa que habita en nosotros.

En la Brihadaranyaka Upanishad se afirma: “Como es su voluntad, así es su pensamiento, como es su pensamiento, así es su acción; como es su acto, así es su vida”.

 

El Fuego Universal

Con la comprensión de que somos el microcosmos de la Totalidad, podemos comenzar a abrirnos directamente a la fuente del Fuego universal. Este proceso requiere profundidad, sinceridad y apertura. Será el resultado de un cultivo de la humildad, que abrirá la vivencia de sentir e integrar la Gran llama. Este es un estado meditativo muy poderoso capaz de reforzar nuestro potencial de transformación.

En la Brihadaranyaka Upanishad se afirma: “Como es su voluntad, así es su pensamiento, como es su pensamiento, así es su acción; como es su acto, así es su vida”. Con estas cuatro llaves tenemos la posibilidad de comprender, sentir y experimentar la Voluntad Luminosa. Esta es una forma de navegar con más orientación en nuestro existencia oceánica. Cuando la perla llegue a tu mente, atesórala, no la sueltes; encuentra tu fuego; mide tus ritmos, y permite que la ola de tu fuerza innata te impulse hacia la transformación y la trascendencia.

 

Foto: Ameen Fahmy (Unsplash).

2019-09-03T20:37:43+00:00 01/09/2019|